
«Háganse artesanos de la cultura del pluralismo, del diálogo y de la aceptación de las diferencias»
Palabras de la Directora del Instituto, Lic. María Luisa Mediavilla, en la Primera Colación de Grado del ciclo lectivo 2019
Muy buenas tardes.
En nombre del equipo directivo y de toda la comunidad del Instituto siéntanse bienvenidos a este Acto de Colación que tiene como protagonistas a 44 noveles Profesores de Psicología y a 20 técnicos y profesionales que han culminado el Tramo de Formación Pedagógica para el Nivel Medio. Todos comparten sus logros académicos con profesores, compañeros de estudios, amigos y en especial con sus familiares. A todos, nuestras sentidas felicitaciones; todos son merecedores de los frutos obtenidos. Se suma a esta celebración el reconocimiento a una docente de la casa, Sonia Reale, por sus 28 años de labor ininterrumpida, realizada con leal fidelidad y empeño.
Mis palabras van dirigidas ahora a los flamantes egresados; llegó el momento de despedirlos como colegas. Nos deleita aplaudirlos y compartir con ustedes la alegría que están sintiendo por las metas alcanzadas.
Han aprobado muchos exámenes para llegar a este momento y vienen otros, los que la vida y la profesión traen. La docencia es una profesión exigente, que se desarrolla respondiendo a la interpelación de múltiples y crecientes demandas, tanto del contexto social local como de los emplazamientos culturales más globales. En la Argentina de hoy, con tanta fragilidad y desamparo, donde la legislación declara que todos somos sujetos de derecho, la escuela se enfrenta a la paradoja de que debe enseñar eso a niños y jóvenes desprotegidos y vulnerables. Sin embargo, en esta trama, en la que la sociedad se muestra profundamente desigual e injusta, la escuela y el docente emergen como insustituibles en su rol de humanizar la realidad para superar las contradicciones entre lo que debería ser y lo que es. Claro que no es una tarea sencilla pero hay que hacerla y lo cierto es que nunca fue fácil; además, las mayores conquistas las consiguieron los soñadores que no esperaron tiempos propicios y estuvieron siempre presentes los esperanzados que buscaron salidas y dieron batalla sin garantías de éxito.
Por supuesto que las condiciones actuales son peculiares, no es lo mismo habitar un territorio saturado de sentido, con fuertes y regulares referencias de inscripción, que estar desguarnecido y embarcarse en la turbulencia incierta de los tiempos. Nos preguntamos ¿qué recursos, que habiliten nuevos modos de habitar una situación y de instituirnos como sujetos hay que activar para producir formas inéditas de operar con lo real? Frente a la imprevisibilidad de un devenir discontinuo e inesperado, sólo queda pensar y transitar la exploración pedagógica de los posibles, afinar la escucha, perseverar en el acompañamiento y estar dispuestos para crear algo con el otro sin previa partitura textual. A este tenor, distintos pensadores han profundizado en la idea de que la relación de reconocimiento nos constituye; de ahí que, parece imposible argumentar sobre el tema sin hundirnos en la vertiente cordial y afectiva de la pedagogía que nos insta a recorrer las orillas y a percatarnos de un territorio en el que habitan, en silencio, subjetividades plenas de derecho que se vuelven invisibles por las inconsistencias de nuestras instituciones anoréxicas, que son incapaces de alojar y de componer discursos que esperen algo del otro.
En este contexto, tendrán que considerar, entonces, que la formación docente no termina nunca y que la reflexión entre pares anima y sostiene para transformar los obstáculos en intervención. Se trata de aunar propósitos y compartir tareas para alojar, cuidar y proteger haciendo lugar a los padecimientos y ayudando a procesarlos, tendiendo puentes con otras instituciones sociales que fortalezcan esa protección. Para ello, hay que confiar en que todos pueden aprender, pero necesitan creer que hay un lugar para ellos en este mundo. Nos toca a los docentes imaginar escuelas para todos, generando condiciones que hagan experimentar a los estudiantes que los creemos capaces y valiosos para nuestras vidas y para la sociedad en su conjunto.
Para terminar, les comparto una bella parábola que puede aplicarse a la educación; es la historia de la semilla, llamada a ser un gran árbol. La confrontación de la semilla con quien pretende enseñar nos coloca ante tres categorías de actores posibles. Están los que no ven en la semilla más que la semilla, reconozcamos que la perspectiva es reducida. Luego siguen los que, al ver la semilla, no hacen más que soñar con el árbol, aunque se arriesgan a perder de vista la semilla y a aplastarla. Finalmente, están los que ven al mismo tiempo la semilla y el árbol; éstos también están atentos al terreno. Es esta atención preventiva y acompañante al proceso de germinación, la que caracteriza la mirada de Don Bosco hacia el joven. Inspírense ustedes en él, ofrezcan el mejor terreno para permitir al joven que eche raíces en la heredad familiar, social, cultural, a fin de que germine su novedad como sujeto. Sean maestros de la escucha, expertos del acompañamiento y constructores de escenarios que hagan habitable la práctica educativa; háganse artesanos de la cultura del pluralismo, del diálogo y de la aceptación de las diferencias; de esa manera se convertirán en promotores de una sociedad más justa y capaz de alojarnos a todos.
Para que esto se cumpla con plenitud en ustedes, por la intercesión de la Virgen Auxiliadora y Madre nuestra, invoco a su favor la bondad y ternura del Corazón de Jesús, cuya festividad conmemoramos particularmente en este mes de junio.
Finalizo con un reconocimiento muy especial para Sonia Reale; le agradecemos su trabajo fecundo entre nosotros durante 28 años. Querida Sonia, aunque estás próxima a egresar del sistema educativo, vas a permanecer siempre amorosamente en el corazón de esta gran familia del Juan. Por tu identificación con los propósitos formativos de esta casa, que seguirá siendo tu casa. Por tu entrega generosa en la formación de profesores con espíritu crítico, abiertos a los desafíos de la sociedad e implicados con el bienestar común. Por tu compromiso en las prácticas institucionales que buscan articular los significados: humano, científico, cultural, social, pastoral con las actividades de docencia, investigación y extensión en el medio. Por tu testimonio de educadora salesiana, promotora incansable del diálogo entre fe y ciencia, entre fe y cultura, Por haberte prodigado a tiempo completo con la confianza siempre puesta en lo que son capaces de hacer los estudiantes. En fin, por enseñarnos a todos con el ejemplo el valor de adherir a motivos que cualifican la vida y dejan lugar para la fe y la esperanza, te decimos: ¡Infinitas Gracias!
También para Sonia y para su familia invoco la bendición de Dios y el amparo tutelar de María, Madre y Maestra de todos.
Bahía Blanca, 28 de junio de 2019





Acceso a las Fotos de la Colación (Fotógrafo: Miguel Vidal)



